Elaborado por Eduardo Aguiñaga, profesor investigador del Grupo de Investigación en Área Temática de Innovación Social y Sostenibilidad de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey.
“Ya se fue otra vez. Ándale, desconecta todo para que no se quemen las cosas cuando vuelva”. Estas palabras, típicas entre quienes ven interrumpido el suministro de energía eléctrica en eventos meteorológicos como huracanes o tormentas tropicales, por desgracia, han sido recientemente pronunciadas por causas aparentemente muy distintas, como la saturación del Sistema Eléctrico Nacional. Dicho de otra forma: por la incapacidad del sistema eléctrico del país para satisfacer una demanda históricamente alta, de más de 51 MWh, del consumo energético requerido.
Efectivamente, estos apagones traen consigo diversas molestias en la población, e impactan la productividad y el bolsillo de los hogares, a causa, tanto de los alimentos que se echan a perder por falta de refrigeración, como de aparatos electrónicos que no soportan los cambios bruscos en el voltaje y que deben ser reemplazados.
Pero más allá de lanzar un enérgico reclamo a las autoridades responsables de este desabasto, la verdadera preocupación es que parece que esta situación seguirá igual o peor si no hay un cambio real de fondo. Pero, ¿cuál es la verdadera causa de este incremento en la demanda energética? La respuesta aparente es el incremento súbito en las temperaturas y por ende la demanda energética; la verdadera razón detrás es en gran medida, el cambio climático.
Usted se preguntará ¿cómo es que esto sucede, si realmente, de acuerdo con la NASA, desde 1880 el incremento en la temperatura a nivel mundial ha sido de tan solo 1.1 °C? Lamentablemente, el cambio climático trae consigo eventos climatológicos cada vez más extremos. Un ejemplo es el efecto que tiene en fenómenos como El Niño, el cual se genera por un calentamiento por encima de la media de los océanos, lo cual provoca alteraciones en las lluvias, sequías, inundaciones y, por supuesto, incrementos en las temperaturas. En otras palabras, los efectos de El Niño se agravan con el calentamiento global.
Sin embargo ¿qué se está haciendo al respecto? Recordemos que México se comprometió a que, para el año 2024, 35 por ciento de la electricidad nacional se generaría de fuentes limpias. Si bien es una meta muy loable, la realidad es que estamos cada vez más lejos de alcanzarla.
Es por esto que no podemos delegar esta responsabilidad sólo al Gobierno. Debemos de actuar desde las trincheras corporativas y en conjunto con los consumidores para despertar una conciencia más ecológica. Es necesario comprender los efectos globales que, como raza humana, estamos generando y, por consecuencia, ahora padeciendo.
Por lo cual es importante repensar la forma en cómo operamos nuestros sistemas industriales. Esto es, desde cómo se producen los artículos que consumimos, hasta la forma en que los consumimos. Necesitamos partir de perspectivas inspiradas en la naturaleza, como la biomímesis, que se materializa en edificaciones mejor diseñadas y con bajo requerimiento energético, y explorar modelos de negocios inspirados en economía circular, en el que industrias distintas comparten el exceso de energía generada para lograr ahorros energéticos de doble dígito. Estas son tan sólo algunas iniciativas que siguen cobrando relevancia y que debemos seguir incorporando.
Es momento de una profunda reflexión, ya que de no hacer nada, cada verano será el más frío de nuestras vidas.
Publicado originalmente en Empresas Verdes.