Cada vez más nos encontramos con organizaciones que han asumido un fuerte compromiso con el desarrollo sostenible. Empresas que cuentan con una cultura de transformación e innovación, una cultura que identifica y desarrolla capacidades para reinventarse continuamente, crear nuevos productos y servicios con alto impacto a la comunidad.
Es así como la innovación juega un papel esencial en la transición hacia un mundo sostenible, por lo que pareciera que el hecho de contar con sistemas nacionales de innovación y estrategias a nivel país para su desarrollo económico, vuelve más sencilla esta transición. En Latinoamérica, por ejemplo, Argentina distingue ejes para el desarrollo sostenible, como los relacionados con el desarrollo de la industria alimentaria, la minería y el turismo; Costa Rica tiene años con un claro enfoque al ecoturismo; y Chile hace lo mismo con las industrias vinícola, turística y acuícola.
Si bien América Latina tiene una larga tradición de políticas de desarrollo científico y tecnológico, en nuestros días, esto no es claro ni sencillo. La región enfrenta diversos desafíos, como la mala coordinación entre las empresas, los altos niveles de corrupción, la escasez de mano de obra calificada, y la capacidad limitada de los Gobiernos para actuar. Esto reduce la efectividad de la implementación de políticas públicas. Hay tensiones inherentes a las actividades clave de desarrollo regional, entre las que destacan: el crecimiento económico, la desigualdad social y la sostenibilidad ambiental; por tanto, esto dificulta considerar una única gobernanza para la innovación y el desarrollo sostenible.
Para comprender cómo actúan los países latinoamericanos en materia de innovación y desarrollo sostenible, en el artículo publicado en ‘Challenges for Innovation and Sustainable Development in Latin America: The Significance of Institutions and Human Capital’ se analizan dos rankings internacionales: El Índice de Innovación Global (“The Global Innovation Index”) y el Reporte de Desarrollo Sustentable de las Naciones Unidas. Con respecto a la innovación, las dimensiones más valoradas son: infraestructura en telecomunicaciones y sofisticación empresarial, traducida esta última en contar con trabajadores altamente cualificados, y la asimilación de conocimiento que tienen las organizaciones para aprovechar las oportunidades del mercado. Sin embargo, en la parte baja del ranking se encuentran las dimensiones de instituciones, el entorno político y regulatorio para la innovación de los países de la región. No se cuenta con un esfuerzo nacional coordinado por instituciones que apoyen y fomenten la innovación.
Del Reporte de Desarrollo Sustentable se identifica que los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) con mayor desarrollo en Latinoamérica son la acción climática, la erradicación de la pobreza y la educación de calidad. Estos resultados señalan que los indicadores socioeconómicos son objetivos prioritarios de la estrategia nacional de los países latinoamericanos, ya que muchos de estos muestran una tendencia positiva en dichos indicadores. Sin embargo, se deben superar algunos obstáculos como los altos niveles de desigualdad social y la falta de innovación (ODS10: reducir la desigualdad y ODS 9: industria, innovación e infraestructura).
Aquí es donde los países de Latinoamérica deben considerar la propuesta de la economista Mariana Mazzucato, quien señala que los desafíos del desarrollo sostenible crean problemas concretos que pueden impulsar la innovación en múltiples sectores y actores. Según este enfoque la creación de productos y servicios que impulsan nuevos modelos de negocios transforman las tecnologías existentes y las cadenas de valor, que a su vez impactarán el desarrollo de los países en todas sus vertientes. Entonces, si pensáramos en un plan de acción de esta propuesta diríamos que las organizaciones son quienes impulsan el desarrollo sostenible de la región basándose en su talento y capacidad de innovación orientados en combatir los desafíos definidos por la ONU para América Latina: inclusión social, protección social, violencia, seguridad ciudadana, medio ambiente cambio climático y gestión del riesgo de desastres.
La transición hacia la sostenibilidad en Latinoamérica requiere de un ecosistema de innovación conformado por universidades, centros de investigación y empresas, por lo que sería plausible pensar que estos ecosistemas autónomos son desde donde puede surgir la innovación sostenible que permita el desarrollo económico, social y ambiental de la región.
Publicado originalmente en El Financiero.