Por Sergio Madero, líder del GAT en Diseño y Cultura Organizacional de la Escuela de Negocios.
El mundo, los seres humanos, las organizaciones y la tecnología en el mundo han cambiado muy rápidamente, de manera muy particular en las últimas dos décadas, enfrentándonos a una serie de retos muy diversos en cuestión de sobrevivencia. Con estos cambios, algunas nuevas palabras se han integrado a nuestros vocabularios y cobrado un uso recurrente, como adaptación y resiliencia; algunas personas solo las escuchan, otras también las ejercitan. Más allá del lenguaje, las secuelas que ha dejado la pandemia del COVID-19 en los países centroamericanos han sido muchas y devenido en grandes aprendizajes, tanto en una perspectiva positiva como negativa, y prácticamente han transformado la perspectiva empresarial, los modelos de negocios y los esquemas de comercialización de productos y servicios; también, en muchos casos, han impulsado el establecimiento de nuevas formas de realizar las actividades laborales.
Este último punto, el de las diferentes modalidades que han aparecido en el ambiente laboral para que las personas puedan realizar sus actividades, se puede considerar que forma ya parte de las tendencias relacionadas con el futuro del trabajo, pues los esquemas de trabajo presencial han disminuido y el formato de trabajar a distancia se ha incrementado considerablemente, lo cual ha originado un nuevo concepto: la modalidad de trabajo híbrida, es decir, aquella en que la persona labora parte de su agenda en los lugares de trabajo y otra parte en un formato remoto. Su advenimiento como una práctica común en la postpandemia avizora que no se trata solo de un modelo pasajero, particularmente por los beneficios que ha reportado tanto para los colaboradores como para las empresas.
Es conveniente mencionar que esto ha generado en la región un debate con distintos puntos de vista. En nuestro grupo de investigación, hemos analizado la tendencia en el mercado laboral centro y latinoamericano. Sobre las preferencias de las personas para localizarse y realizar su trabajo, nuestros hallazgos en el caso de México reportan una opinión dividida: algunas piensan que estudiar o trabajar desde la casa es más conveniente, y prefieren esto a desplazarse y atender físicamente las responsabilidades desde un lugar de trabajo, lo que les evita el tráfico de las ciudades y genera ahorros de tiempo y dinero; pero para otras personas, encontramos que las actividades laborales a distancia han provocado la sensación de invasión de sus espacios y privacidad pues, señalan, les ha resultado complicado encontrar lugares adecuados dentro del hogar para realizar actividades en línea, así como que en ocasiones estar en casa les resta concentración por las distracciones propias de la vida en el hogar, a lo que se suma la dificultad esporádica de no tener el equipo o las condiciones necesarias para hacer el trabajo eficientemente, lo cual también puede aumentar el nivel de estrés de las personas.
El reto no es menor para todo el ecosistema empresarial. Para algunas empresas en México y Centroamérica, implicará ir avanzando poco a poco en la automatización de los diversos procesos de gestión del negocio para permanecer en el mercado y afianzar un lugar de trascendencia empresarial, con adaptación a las nuevas realidades presenciales y virtuales y a las tendencias en el ánimo de las y los colaboradores, medibles en el día a día. Todo eso sin olvidar que, dado que el futuro del trabajo también se relaciona con la digitalización y el acceso y comprensión de la información, se debe tener cuidado en la seguridad y en el manejo correcto de todos los datos disponibles que ayuden al cumplimiento de las metas del negocio.
En resumen, si bien hace unos años parecía que el futuro del trabajo se encontraba muy lejano, en realidad ha llegado y se está instalando de una manera más rápida de lo esperado, lo que hace necesario ajustar de manera inmediata las estrategias a seguir y prepararse para entender esas variantes en aspectos de flexibilidad organizacional. Para las y los empleados, el futuro-presente del trabajo demandará habilidades centradas en el pensamiento analítico, la facilidad de adaptación al cambio contante, la apertura para confrontar puntos de vista divergentes, la curiosidad, la disposición para estar en ambientes ambiguos y todo aquello que contribuya a consolidar la inteligencia emocional. Esto tanto en México como en el resto de la región centroamericana.
Y no solamente las personas tienen que prepararse para los cambios, sino también las empresas de la región. Entre los factores que deben tener en cuenta para abordar el futuro del trabajo, que como ya se dijo es más bien su presente, cabe mencionar:
a) Flexibilidad laboral, incluyendo la adaptación de los espacios, pero también la forma de trabajar;
b) Calidad de vida, lo que implica el cuidado en la generación de experiencias favorables hacia el colaborador;
c) Consolidación digital, es decir, las implicaciones que tiene el uso de la tecnología para favorecer la automatización y digitalización de los procesos de gestión empresarial;
d) Paquetes de compensación integrales y variables, alineados con las líneas estratégicas de la empresa;
e) Mejores prácticas de gestión del talento que impulsen estrategias humanistas que contribuyan a agregar valor con la finalidad de buscar el florecimiento humano, la satisfacción laboral de los colaboradores y el bienestar integral de las personas; y finalmente
f) Los aspectos relacionados con los procesos sostenibles para beneficio del medioambiente, la persona y la sociedad en general.
Ese futuro del trabajo multilocalizado y que demandaría actualización constante de conocimientos y procesos en personas y empresas está aquí y llegó para quedarse. De momento, el trabajo híbrido seguirá siendo una alternativa para múltiples organizaciones y colaboradores, lo que hace valioso que las empresas lo sumen a sus propuestas en los buscadores de empleo, desde México hasta Panamá.
Publicado originalmente en Forbes Centroamérica.